¿ES ESTA BOTA MI ANTIGUA BOTA?


Queridos humanos, quiero que observéis esta bota con la que suelo jugar a menudo. Parece nueva, a pesar de mis múltiples mordiscos, pero no lo es. Tiene muchos años y hace tiempo que me las apaño para ir sustituyendo aquellas partes que me resultaban molestas. Una suela agujereada, unos cordones deshilachados, la puntera totalmente arañada… en fin, que ahora es otra bota… ¿o es la misma? 

¿puede ser la misma bota a pesar de no conservar apenas parte de  la materia original con la que fue hecha?



Existe una leyenda griega recogida por el historiador Plutarco que nos habla del barco en el que volvieron desde Creta, Teseo y los jóvenes ateniense que le habían acompañado en su aventura. Esa nave, que era muy antigua, estuvo sometida a múltiples arreglos, pues durante años le fueron reemplazando todas las tablas y sustituyéndolas por otras más resistentes. Aquella labor de sustitución en el tiempo hizo a los sofistas de Atenas plantearse sobre la diferencia que se producía en el barco, ¿En qué momento había dejado de ser el antiguo barco de Teseo para convertirse en uno nuevo?
La paradoja también fue tratada por Thomas Hobbes, filósofo político del siglo XVII en su obra De Corpore, encerrando en el barco otra pregunta ¿qué pasaría si con las maderas antiguas que fueron sustituidas alguien secretamente hubiera construido otro barco? 
Por tanto, si prestamos atención nos encontramos con que existen tres barcos: el antiguo barco de Teseo, el nuevo que resulta de su transformación y el barco que alguien ha estado construyendo a espaldas de Teseo con las maderas que él había desechado.



Entonces, os podéis preguntar ¿Cuál de éstos dos últimos es el barco de Teseo?


En primer lugar, hay que comprender el sentido de la identidad. Existe la identidad cualitativa, es decir, que una cosa es igual a otra si comparte una cualidad común. Esta relación admite grados, porque por muy semejantes que puedan ser dos objetos siempre hay algo que los diferencia. Si no existiera, ninguna, ninguna diferencia, entonces estaríamos hablando de la misma cosa y no de dos, por tanto, estaríamos ante la identidad numérica.


Y por último,  está la identidad numérica en el tiempo, es decir, la semejanza que se da entre un único objeto considerado en dos momentos diferentes de su existencia. 


Por tanto, si lo que estamos preguntado es cuál de los dos barcos, el nuevo de Teseo o el que alguien hizo con las piezas reemplazadas, es numéricamente idéntico en el tiempo al barco antiguo de Teseo, la respuesta es … es una trampa… no existe una solución, porque depende de la característica que nosotros elijamos que debe mandar para ser considerado el auténtico barco de Teseo, no viene impuesto por ninguna “verdad trascendental”. Se trata de un criterio que puede cambiar, si queremos cambiarlo. Por ejemplo, podemos decidir que el barco hecho con las misma piezas originales del barco de Teseo es la respuesta, porque tiene sus piezas integrantes. Claro que, también, podemos optar por considerar al barco nuevo de Teseo porque éste tiene su misma propiedad esencial, pertenece a Teseo, tiene su “espíritu”.

Puede que no importe demasiado esta indeterminación sobre la identidad, al no ser que seas una compañía de seguros y Teseo te hubiera asegurado el barco antes de iniciar la reparación. Pueda que la compañía no quisiera pagar a Teseo los posibles daños que pudieran ocurrirle a su flamante nave. Al final lo solucionaría un tribunal de justicia conforme la legislación vigente… que siempre se podría cambiar. Aunque esta solución pueda valer para el barco de Teseo… 




¿valdría para saber si una única persona es igual a sí misma en el tiempo? 
¿existe una identidad preexistente y real que nos identifica en cada momento?





Esta pregunta se merece un enredo mental futuro…¡¡¡Ah!!! y recordad siempre a mi amiga Alicia cuando decía…


Referencias:
- Las personas y su identidad. Vicente Sanfélix 
- El gran libro de las paradojas. Michael Clark